Sunday, August 28, 2011

Elogio del proto artista


1- Dicen que el ser sufrió degradaciones, primero en tener y despues en parecer. Pero la pretensión de un ser primigenio sintomatiza una necesidad de sustantivar el estar, pasar a Estado. (¿Sos artista?)

Hace años que se dice, tambien, que el Estado ya no da Ser. Desbordada la sustantivacion estatal de las practicas, reina la cualquierizacion de los seres. (La sustantivacion es la representación de lo que todas las cosas son, superpuestas a las cosas; la cualquierizacion es la fragmentacion de representaciones, no compuestas en un mismo plano de sentido.)

Cualquierismo no es libertad e igualdad. En el cualquierismo hay jerarquias, porque la valorizacion mercantil, la verdad performativa del Valor, es ella misma el regimen de legitimidad del cualquierismo.

(Es ante el cualquierismo que algunas instituciones de lo vetusto volvieron a gozar de halo progresista, y recuperaron vigencia giros neoconservadores, para que exista el Arte, procesos que se inscriben en la ingenua

declamacion de humanismo del Estado ante el “puro mercado”).

2- Arte es vida y por eso le corremos el culo a la jeringa. Su vacuna inmuniza contra la vulgaridad, pero si hay vulgaridad esta en la consagración por ingreso al estatuto de arte, porque el triunfo es el de unas reglas del ambiente, mas que del ganador. Los grandes artistas con mayuscula son los nombres no tanto del escape del juego sino de su sucesiva actualización. La historia, al fin y al cabo, es un banco fluido para instaurar precursores. Y la columna vertebral de la vida artistica de un territorio no necesariamente esta formada por artistas Artistas, lo cual es una suerte, atendiendo a que el artista, hoy, es casi un modelo de libre empresario exitoso, autonomo, conquistador del caos, marca tasada…

Pero también hay casi artistas, proto artistas, que van encontrando las reglas de su praxis; se van enterando. Viven, pues, gracias a su condicion ignorante. La creación no es pura invencion, es tambien un modo del descubrimiento. En tanto que hallazgo, no es capricho; se verifica como la tension de un nervio de la epoca.

Los proto artistas no aplican para consagración reglada, tampoco

aprovechan el cualquierismo; se encuentran rajando. Ciudadanos del mientras tanto, victimas de la prepotencia de sus ganas, sostienen derrotas hermosas. Casi artistas, artistas por momentos; mantienen la pregunta por si esto es arte, esto es vida, qué importa, qué puede.

3- La obra produce la vida en que consiste su existencia. Si hoy el trabajo tiene ante todo una función política -cierta organización de nuestra vida-, entonces también tiene una potencia política el arte que pide elaborar formas de vida, que pide premios experienciales ajenos a los sistemáticamente ofrecidos.

No es que la vida tenga que ser consecuente con la obra como si ser coherente fuera homologar arte y vida; se crea, justamente, lo que se necesita, lo que se aspira. La obra es un cortejo sostenido con modos de vivir, una provocacion; así, el arte, el artear (¿o hay verbo oficial?), es una inversión, afectiva, amorosa y libidinal, en lo que no se tiene pero se ofrece; una mentira, que quiere decir porque presiente, pero como no sabe, inventa. Y cuando no, no: aca estamos. Desesperados por estar a la altura de lo que hay, de su condicion mutante. El arte son momentos –instauración de tiempo para vivir- y el artista es el que trabaja para que esos momentos tengan capacidad de sostener una invitación.


Wednesday, August 17, 2011

El tiempo es la demora (Venimos bien)



"Venimos bien" dijo Macri, principalmente, y fue el lema triunfante. Apelación que es "objetivamente kirchnerista", como decía un amigo, Diego S, no sobre Macri sino sobre nosotros, subjetivamente hambrientos de otra cosa. Esa reafirmación de un sentido común preservacionista, por un lado, acepta una relativa bonanza monetaria (desempleo menor al 10, pago en cuotas...), donde confluyen ambos mandatarios, pero hay otras materias donde uno acusa descontrol inmigratorio (¡los de afuera nos quieren demasiado, que lindos somos!), y la otra mantiene en imaginario y en algunas políticas a los derechos -cuidados- humanos. En cualquier caso, ambos "bandos", y no me refiero a los cuadros y dirigentes sino a los votantes que urnean el “venimos bien” macristinista, parecen en el fondo asumir que mucho mejor que esto, no vamos a estar. Es un cagazo, un cagazo que contrasta con los climas festivos de azules y amarillos. Macri baila mientras en sus votantes se envalentona la disposición a frenar una ambulancia por la fuerza para bajar al herido que transporta y masacrarlo porque es boliviano: la del Indoamericano es la postal porteña de los últimos cuatro años. Venimos bien.

La elección era la encuesta de las encuestas, como decía otro amigo, el round real de la representación mediática (para La Nación, de hecho, el pifie de las encuestas “kirchneristas” fue una de las principales noticias)... Uso puntos suspensivos porque cansa esta materia. Y se confirmó, con creces, que en Buenos Aires la primera minoría elije al country como frente. Como visibilidad común.

La segunda minoría fuimos el veinticinco por ciento del padrón que no fue a votar, lo que no puede siempre explicarse por historia. Conozco tres o cuatro que no fueron a votar y van a hacer ballotage kirchnerista ("oficialista" sería ambivalente), incluyéndome. Macri, 35 del padrón, abstenciones 25 del padrón, Filmus ya poquito.

No fui a votar porque el juego de caras no me mostró en ningún punto ligues con cosas en movimiento en el cuerpote social. El único hubiera sido Luis Zamora, que al menos hizo explícito que su ausencia de orga se debía justamente a una ausencia de movilización popular. No fui a votar porque era un esfuerzo (aunque las mesas mixtas tentaban) y me resistí a aceptar que eso era lo que una implicación política reclamaba.

Lo de Filmus fue demasiado lastimoso como para someterme al cálculo de su conveniencia. Macri ganó diciendo "vamos bien", objetivamene kirhnerista, y por eso mismo no tenia sentido que Filmus descansara en decir “estoy con Cristina”. Cuanto más calladito mejor, Filmus, muñecazo completo, estrictamente un nadie, un cualquiera: con su pinta de oficinista cansado, no supo referirse a ninguna cosa que fuera cosa en la ciudad. Macri en cambio demuestra que llegado el caso no se escandalizaría por linchar a todos los bolivianos ilegales (para el no existe problema de vivienda, sino de casas y terrenos tomados, huelga decir), o sea, que cuando no estemos tan bien, hemos de ser pragmáticos y segregacionistas.

Filmus, una figurita. No lo usó a Boudou, Cristina, que hubiera sacado al menos cinco puntos mas, por guardarse la conquista de simpatías centroderechistas jóvenes para el comicio Mayor. Boudou, el que sabe adaptarse a un mundo que cambia. Ese su merito: no "estar del lado de los intereses populares y de los procedimientos democraticos", por así decir, sino saber adaptarse a lo que piden los tiempos, lo que le piden a la coyuntura cotidiana de los números fiscales. Ahí está Amado preparando su sonrisa para los cambios... Para cuando sea obvio que hay que ajustar, sensible y concienciado gestor de la fase humana del neoliberalismo.

Fue pensar en Filmus con su amarretismo ante la cantidad de cosas que debería querer decir un aspirante a gobernar la ciudad, en Boudou y su sonrisa de éxito arribista, y preguntar el precio del roast beef, 36 el kilo, 39 el vacío, para no solo confirmar que no votaría a FPV en primera vuelta, sino que lo haría en segunda más incómodo de lo que venía pensando. Y Cabandié... compensan la burocracia posmo de Filmus (oficinista k), el neoconsevadurismo de Boudou, con la reivindicación militante del hijo de desaparecidos recuperado... Que no por haber nacido en cautiverio y recuperado su identidad -como se dice- queda exento de la tan democráticamente distribuida materia de la estupidez... Como si origen fuera esencia, o como si la desgracia sufrida otorgue potestad política (en ese sentido, la autoridad política de Cabandie no dista mucho formalmente, con otra composición histórica e ideológica, de la de Blumberg, y hasta la felonía del terrorismo de Estado resulta una especie muy concreta de privilegio). Cabandié no puede mantener una conversación, no puede memorizar un argumento de campaña (estremecedores sus spots en You Tube); cuando habla demuestra que su costumbre fisiológica –esa papa atravesada en la garganta- comparte matriz con la de Mauricio, el del amarillo, el que baila como animador sin talento de fiestas infantiles o empresariales, el hijo de puta, el increíble, increíblemente feo, desagradable como una gallina vista de cerca. Entre el odio que los progres le profesamos se encuentra un componente similar al que algunas gorilas tenían contra Eva: Macri es muy vulgar. Es mal gusto. ¡Uiii ui uii ui rack iu! Un perejilazo, un payaso nos gobierna. Ya como espectador de la Ciudad de Buenos Aires, como público argentino que soy, a Macri lo encuentro intolerable. María Eugenia Vidal no sale, en absoluto, del arco idiosincrático del country; Rodríguez Larreta, Michetti, podrían no salir del confesionario, Puerto Madero, barrio privado, pero salen. Los que ganan son los chetos: gobiernen, platudos, hablen. Mentime que me gusta: sé que has de tolerar mi verdad cuando, como buen bicho mojado, me ponga feroz. Dos mil once, año falluto y reaccionario.

(Via Lobo Suelto)

Fumar es un placer



La felicidad es un trabajo, a la alegria hay que organizarla: okay. Uno se dispone a hacer cosas aunque en si mismas sean un esfuerzo, porque redundan en vitalidad; en, como dice un amigo, material psiquico para elaborar. La militancia de estar en la cultura… Salimos, entonces, nos pertrechamos, acicalamos, y damos nuestra cara al viento callejero. Esta vez vamos con data. Varios amigos, de distintos ambitos, nos dijeron: la muestra de Louise Burgoise no tiene desperdicio. Ahí hay algo; ahí pasa algo, entendimos estirando el dato (costumbre de optimismo neuronal aun en conciencias pesimistas). Auto, lluvia, el hermoso barrio de La Boca.

Llegar y pagar entrada, ver el logo de Techint: ponerle ganas. Nos dijeron, confiamos, queremos encontrar potencia artistica. Algo. En el hallcito de entrada veo gente conocida me encuentro evitando el saludo; me doy vuelta, quedo, ya sin opcion, espectador de una familia completita que vino el domingo al arte, los chicos discuten mientras los padres veneran lo que van a ver, repitiendo datos del folletito pero con un tono bajo, grave y claro, de palabras que median entre la trascendencia de su referente y la pequeñez de quien pronuncia, como se habla en los velorios. Estamos por entrar al mundo de una Gran Persona. Admiren, chicos.

En la primera sala, una araña de metal gigante cubre una especie de cubiculo enrejado, munido de objetos que, notoriamente, remiten a su infancia, la infancia de ella, la Artista. Son simbolicos... Tuvo madre, tiene recuerdos. Las explicaciones que profiere una chica a gente agrupada me molestan: explican, mezclan señalamientos obvios con saberes incomprobables a los sentidos, saberes insensibles. A la segunda sala ya huyo. El padre calla a los chicos, shh! Miren. Hay muchos objetos, obras, y gente que mira en voz alta, en realidad baja pero audible, adorandolos con o sin argumentos, adorandolos a la primera mirada; ya es adoradora la pregunta, digamos, adoración pre-experiencial. A los artistas no hay que admirarlos, hay que comerlos, pienso y ya me imagino salir al barrio a buscar algo.

Algunas esculturas de la muestra me gustan, son perturbadores, son virtuosos, son atentados contra codigos de la forma, son expresivos con potencia muda; la mina esta es grosa. Pero la articulación de su puesta en publico instala una forma de mirar sometida… Muchos otros objetos son, ¡oh!, evidentes afloraciones expresivas del Inconsciente, alusiones a la sexualidad reprimida: vanguardia, noticia y fiesta, todo de epocas pasadas. Hoy, objetos que son arte de ser persona, ser unico; tuviste infancia, tuviste madre, una relacion pasional; tenes inconciente, te psicoanalizaste, te sentis especial. Y toda la superestructura de convocatoria y presentacion instala unas condiciones donde se festeja antes de mirar; se venera como modo de estar. Se viene a eso; es la racionalidad de las salas: se venera una posición, no un trabajo. Fetichismo, devocion al artista por ser artista –jerarquias, porque nosotros no lo somos, ni siquiera para mirar. Le pusimos ganas, o sea, positividad de cara a los encares. Pero que alivio salir; la vista contenta ante el hermoso adoquinado de La Boca, los pulmones henchidos y juguetones en la conclusión limpia y clara que decimos después de vamonos: fumar es un placer…



(Dice el Lobo)